viernes, 25 de mayo de 2012

Acabo de volver de una reunión de proyecto en Bruselas, y vuelvo ilusionado si esta es la dirección a la que apunta la actividad científica. El proyecto se denomina The Network of Knowledge (KNEU), y busca algo tan ambicioso como desarrollar una herramienta efectiva para que el conocimiento científico generado sobre el medio ambiente se traslade a los que toman decisiones. Lo importante no es actuar como un lobby, que de estos ya hay muchos (demasiados) en Bruselas, sino desarrollar un protocolo objetivo de actuación que permita recopilar toda la información disponible, organizarla según parámetros objetivos de calidad y pertinencia, y presentarla de manera accesible para un público que no necesariamente tiene que tener una formación científica. Como acabo de leer en Scientia una (otra más) magnífica entrada sobre transgénicos en la que se menciona a los talibanes antitransgénicos, pongo este ejemplo: si un funcionario de Bruselas es consultado por la posibilidad de permitir el cultivo de una variedad transgénica, tanto los protransgénicos como los anti- llamarán a su puerta y le presionaran, fundamentalmente con propaganda. El funcionario, o más por encima, el político, no tiene la capacidad de separar la información suministrada, y como sabemos bien, por cada informe a favor le entregarán otro en contra. Es parecido a lo que ocurre cada vez que intentamos proponer una evaluación seria de la homeopatía, que rebuscan una abstrusa cita donde se "demuestra" su bondad. Si en lugar de este bombardeo al gestor se le proporciona toda la información, incluyendo informes sesgados de uno y otro lado, y lo avalado por el rigor del método científico, con una valoración crítica basada en un protocolo objetivo que ya existe para estudios sobre medio ambiente (protocolo) basado en lo que se denomina la Colaboración Cochrane en biomedicina, no podrá decir que la decisión no está basada en el conocimiento, y podrá enfrentarse a las objeciones que, con frecuencia, están basadas en la subjetividad.
No todo fue trabajo, por fortuna, y tuvimos la oportunidad de ver la para mí muy poco conocida Bruselas monumental. Como ejemplo, esta es la Casa Solvay, obra del arquitecto Victor Horta, una de las cumbres de lo que se denominó art nouveau.



No hay comentarios:

Publicar un comentario